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  Resentimientos
 

LOS RESENTIMIENTOS

 A llegamos a uno que se prestado siempre a mayor discusi

Al analizar los diferentes principios de A

ón, y que está en el fondo de todas las dificultades. Este principio es:

 

EL ENEMIGO NÚMERO UNO DEL ALCOHÓLICO SON LOS RESENTIMIENTOS

 

En el alcohólico, las frustraciones engendran resentimientos, los resentimientos engendran autocompasión, la autocompasión engendra el beber, el beber engendra frustraciones, las frustraciones engendran resentimientos, los resentimientos engendran autocompasión, etc., etc., en un círculo sin fin hasta enfrentarnos con tres caminos: el de la SOBRIEDAD, el de la LOCURA, o el de la MUERTE. Fue entonces cuando escogimos el de la SOBRIEDAD en AA., y fue aquí donde aprendimos el principio de que: “Si el alcohólico repetía cualquier parte del círculo, el círculo se repetiría ahora por sí mismo” sin importar cuánto tiempo se haya pasado sin beber. Si se tolera el resentimiento, volverá nuevamente el viejo patrón: el pensamiento alcohólico y de ahí a beber. Ignoramos por qué sucede esto, pero sabemos por nuestra larga experiencia que así es.

 

(Para el alcohólico, el resentimiento y la autocompasión son hermanos gemelos pues la autocompasión no es otra cosa que el resentimiento volteado al revés. La autocompasión es el tipo cobarde del resentimiento; cuando el alcohólico se encuentra frustrado, se resiente, se encona y se llena de autocompasión. De tal manera que de aquí en adelante usaremos sólo el término de resentimiento, incluyendo en él la autocompasión.)

 

Es un hecho que en el fondo de la mayoría de los problemas de la vida –incluyendo la espiritual- está el resentimiento, pues casi el 100% de dichos problemas germinan de algún resentimiento, que es para el alcohólico, sin excepción, el preludio a la botella. Es tan importante esta verdad que, quien controle el “resentimiento” (y en este término incluimos cualquiera de sus miles de grados, desde el caerle a uno alguien mal, hasta el maléfico odio) controlará su vida presente y futura.

Ahora bien, si todo lo anterior es cierto, nos interesan entonces las respuestas a tres

 

preguntas pertinentes: ¿Qué se entiende por resentimiento? ¿De donde provienen? ¿Qué se puede hacer para eliminarlos?.

 

  Empecemos con el análisis del término mismo:

 

Resentimiento se deriva del latín re y sentire. “Sentire” quiere decir sentir, y el “re” nuevamente, o sea que el resentimiento nace de volver a sentir una lesión al orgullo, al amor propio, al ego. Cuando alguien nos hiere el amor propio, tal vez sintamos enojo, irritación o molestia, pero aún no estamos resentidos. Esta lesión sería leve de no ser porque en el resentimiento volvemos a sentirla; la nutrimos, la removemos, la cultivamos. Estamos lastimados e infectamos la herida porque volvemos a rascarla, a escarbarla y una vez infectada, sólo un antibiótico positivo podrá curar y eliminar esta herida. Y el único antibiótico en el área del odio hacia el que todo resentimiento se dirige, es la práctica de la virtud opuesta: el AMOR

 

De este pequeño análisis podemos derivar 3 importantes concusiones:

 

PRIMERA CONCLUSIÓN:

 

Los resentimientos se derivan del orgullo herido. Tendremos siempre esta tendencia, ya que el orgullo lo llevaremos hasta la muerte; pero es posible aminorar y eliminar gran parte de él, por medio de su antónimo (su contrario): la HUMILDAD.

 

Algunas personas piensan que es posible eliminar totalmente las pasiones, como la vanidad, la lujuria, la ira, etc.; pero esto no puede lograrse. Los seres humanos estamos dotados de siete pasiones básicas, siete impulsos a la acción, siete tendencias fundamentales humanas. Es la ley de la carne peleando contra la ley del espíritu, mencionada por San Pablo. Dichas tendencias no sólo no pueden ser eliminadas, sino que son necesarias para la vida, para la acción. Son buenas por sí mismas pero tienden a salirse de su cauce normal y nos conviene controlarlas. Cerrar los ojos a las pasiones es lo que la psiquiatría llama represión y es responsable de muchas neurosis.

Veamos uno o dos ejemplos.

 

Todos tenemos la pasión de la lujuria, el sexo. El negar que tenemos se impulso o deseo, es “represión”, no es sano, y nos lleva a un comportamiento neurótico. Esto no quiere decir que se deba dar rienda suelta al sexo. El dar rienda suelta a la lujuria no cura la neurosis. Es mejor aceptar, en forma consciente, que ese impulso sexual existe, y luego, ya sea:

 

a) Utilizarlo de acuerdo a las leyes de lo que consideramos moral, haciendo uso razonable del sexo; o

 

b) Abstenernos voluntariamente de actividades sexuales.

 

O sea que la lujuria puede controlarse de una de esas dos maneras y las dos son prácticas sanas, ya que la abstinencia no es represión.

 

Otro ejemplo:

 

Todos tendemos a enojarnos, aunque hay quien dice que jamás se irrita o se enoja, y también se dice que existen personas tan sonsas en este mundo, que no cometen pecado. Pero, amigos, los alcohólicos no pertenecemos a esa clase, y el enojo puede ser una buena tendencia: es la chispa que nos da el impulso, el empuje, la iniciativa, cosas necesarias para una vida normal. Pero cuando damos rienda suelta al enojo como puerta abierta a la frustración o al resentimiento, entonces este enojo ya no es racional y también lleva a la neurosis, y en el alcohólico… ¡a la botella!.

 

Es fácil entender entonces, que la tarea no consiste en eliminar esas tendencias. No es posible. Estarán con nosotros hasta la muerte. Pero podemos gradualmente controlarlas y encauzarlas practicando la virtud opuesta. Y precisamente, la práctica de la virtud opuesta es la que nos dará, poco a poco, control sobre las tendencias: es posible aminorar las heridas del ego, origen de todos los resentimientos, practicando la humildad. Una actitud de humildad hace que sean mucho menos severos los efectos de conflictos con el ego.

 

Un corolario práctico a la verdad anterior es entonces, que a medida de la práctica de la humildad nos ayude a disminuir el ego, se da menos cabida a los resentimientos, y este mecanismo será más efectivo cuanto más profunda sea la humildad que logremos adquirir.

 

SEGUNDA CONCLUSIÓN:

 

Los resentimientos se ahondarán y crecerán, si volvemos a sentir las heridas, a pensar y pensar en ellas. Y por el contrario, no se quedarán ni crecerán si sistemáticamente rehusamos a pensar en esas heridas, y las dejamos ir con una actitud de indiferencia, negándonos a volver a sentir la irritación.

 

La mayoría de las irritaciones se evaporarían rápidamente si en todas las ocasiones que algo nos molestara, inmediatamente elimináramos de nuestro pensamiento el incidente. Pero ¿cuántas veces es lo contrario?. En lugar de olvidarlo, nos lo guardamos, pensamos en él, volvemos a sentirlo una y otra vez, y en sólo 24 horas, lo que era herida leve, se vuelve un hondo, profundo y fenomenal resentimiento. “¿Qué es lo que dijo?” “ah, sí, lo que quiso decir…” “¡el tal por cual!” “me la va a pagar” “me voy a desquitar” y…

Los resentimientos engendran…¿recuerda?.

 

¿Qué hacer? ¡Olvídelo!... El dijo tal y cual cosa, y ¿qué?. Rehúse a volver a sentir. Y, ¿sabe algo?. Si alguien nos dice que somos tal o cual, ¿lo somos o no lo somos?. Y si lo somos, ¿qué vamos a hacerle?. Y si no lo somos, ¿por qué vamos a enojarnos por ello?.

 

TERCERA CONCLUSIÓN:

 

Para eliminar los resentimientos ya adquiridos, no es suficiente sólo con el deseo de quitarlos. Es absolutamente imperativa también la práctica sistemática de acciones de amor.

 

Para la eliminación de los resentimientos, hemos encontrado que la mejor táctica es hacer el bien a aquellos que son la causa precisamente de nuestros resentimientos. De otra forma, sin esos actos positivos de amor, continuaremos odiando, sin importar qué tanto queramos no sentir u odiar. Y aquí también, entre más consistente sea el hábito de amar en nuestro diario vivir, menores oportunidades de resentimiento habrá y más fácil y rápidamente desaparecerán cuando surja un problema.

 

TÁCTICAS ANTI-RESENTIMIENTOS

 

En AA encontramos, especialmente en el comienzo de nuestra sobriedad, que como alcohólicos, no estamos acondicionados a la práctica del amor o de la humildad. Hemos vivido tanto tiempo con nuestro patrón de la bebida, que hemos recogido hábitos patológicos de orgullo, odio y resentimiento, pero algunos hemos encontrado gran ayuda en esto de controlar los resentimientos haciendo uso de ciertas tácticas, martillando ciertas ideas, que si penetran en nuestro subconsciente, servirán como armadura contra las flechas del infortunio.

 

LA PRIMERA TÁCTICA ES:

 

“Espere la crítica. No importa quién ni qué tan bueno sea usted, no importa qué tan competente e importante, ni lo bueno que sean sus motivos: si hace algo en la vida, siempre habrá quien critique”

 

Si nos enfrentamos diariamente a la vida sabiendo que en cualquier momento hará su aparición la inevitable crítica, entonces, cuando llegue, no nos tomará desprevenidos, no nos lastimará, no nos sorprenderá, porque ya sabíamos que vendría y, además llegaremos hasta buscarlas como a las tiras cómicas de los domingos, ya que en vez de molestarnos, las críticas nos divertirán.

 

LA SEGUNDA TÁCTICA es tener siempre presente que:

 

“Existe en toda clase de grupos de seres humanos, cuando menos uno que está en contra de todo y de todos. Dios lo puso allí con el fin de dar a los demás la oportunidad de practicar la tolerancia, paciencia, comprensión, amor, etc.”

 

Con este conocimiento, será un reto el tolerar y pasar inadvertidas todas las diatribas (críticas) del individuo en el Grupo que siempre está en contra de todo y no deja que el trabajo de nadie se haga sin molestias, y quien por general, no quiere a nadie, ni a él mismo. Gente así merece ser compadecidos, no culpados. Ellos son psicopáticos, sufren mucho pero llenan un hueco en la vida, la cual necesita de todas las partes para completar su maquinaria.

Gente así nos recuerda a un individuo que murió y en su tumba decía el epitafio: “Pobre Julio, ni Dios le va a caer bien”.

 

LA TERCERA TÁCTICA a usar para proteger ese ego “tierno” es:

 

“Hay que dejar que sea otro el que se enoje”

 

Estamos en AA esencialmente para permanecer sobrios y en segundo término para lograr conservar la felicidad. Tanto la sobriedad como la felicidad dependen la una de la otra. No podemos ser felices a menos que permanezcamos sobrios, no nos conservaremos sobrios a menos que seamos felices.

Por lo tanto, cuando las acciones de alguien nos irriten, no nos conviene envolvernos en ese asunto; que sean ellos los que se inquieten, los que hablen, los que griten. Sencillamente hay que ignorarlos y permanecer firme en la convicción que al final de cuentas salimos ganando al evitar los resentimientos.

 

OTRA TÁCTICA es tener en cuenta que:

 

“Las palabras no rompen los huesos. Las bocanadas sencillamente no nos afectarán si permanecemos concentrados en ver cómo vamos y no en escuchar la opinión de todo el mundo”.

 

Solamente Dios podrá aprobar o reprobar, absolver y condenar. Los golpes y las pedradas podrán rompernos los huesos, pero las palabras no pueden hacerlo. ¿Alguien nos critica?. Bueno, que lo haga. No nos conviene distraernos del objetivo que es una vida mejor. Hay que permanecer convencidos de que las municiones verbales no nos pueden dañar. Las palabras dirigidas a nosotros serán un mero espejismo en el desierto, y nada se gana huyendo o acercándose a lo que a final de cuentas sigue siendo un espejismo.

 

LA QUINTA TÁCTICA ES:

 

“Conocerse a sí mismo”

Un inventario honesto de nuestras cualidades y defectos será útil para eliminar la tendencia de que “nos mueva” cualquier crítica. Al estar convencidos de “nuestra verdad” sentiremos mucha menos necesidad de responder a los críticos.

A un individuo pasado de copas, sentado a la orilla de una acera, se le oyó decir con gran aceptación de sí mismo al pasar una persona en un automóvil último modelo: “Allí, si no fuera por mí, iría yo”. ¡Y cuánta razón tenía el hombre!.

 

Y por último, el truco número 6:

 

“Si nos tratan de dar patadas por detrás, quiere decir que… ¡vamos adelante!.

 

Alguien dijo: “La crítica es el tributo inconsciente que el mediocre y el fracasado le paga al hombre con éxito”. ¿Conclusión?. No sólo hay que ignorar la crítica, hay que evitar criticar.

Toda ésta munición de tácticas anti-resentimientos podría expresarse o resumirse en la siguiente pregunta:

 

¿Qué IMPORTANCIA TIENE LO QUE ME MOLESTA?

 

Y veremos por qué: si nos sentáramos calmadamente a examinar todas las irritaciones y resentimientos que hemos enfrentado durante, digamos, el último mes, podríamos darnos cuenta que todos fueron causados por asuntos de importancia mínima cuando se comparan con la importancia de vivir bien y vivir sobrio. Así que, ¿qué importancia tiene esto que hoy me molesta? ¿es de verdad importante? O, ¿lo estoy exagerando en mi cabeza?.

Entonces la consigna es practicar estos 3 principios en todos nuestros actos:

 

a)   Humildad para evitar ser irritado fácilmente;

 

b)   Rehusar “re-sentir” la irritación, para evitar los resentimientos; y,

 

c)   Actos de amor para eliminar los resentimientos que ya existen.

 

Y ahora veamos situaciones donde se puede practicar lo aprendido:

 

1.-   EN NUESTRA VIDA DE HOGAR

 

La humildad nos dice que no somos los más importantes en nuestro hogar; la experiencia nos dice que, siendo alcohólicos, simplemente no podemos tolerar el resentimiento. Por lo tanto, debemos rehusarnos a volver a sentir cualquier herida aparente o real, ocasionada por algún miembro de la familia. Pero el amor requiere práctica: acciones sistemáticas de amor día con día.

Una actitud de humildad evitará muchas sensibilidades e irritaciones al tratar con el resto de la familia. Mientras menos sensible sea el ego, menos reaccionará a las irritaciones. Pero teniendo presente que los humanos no podemos eliminar el ego, siempre habrán discusiones, peleas, alegatos. Son inevitables: pero lo que estamos diciendo es que no hay necesidad de complicar las cosas “nutriendo” los resentimientos.

¿Y para eliminar los resentimientos que ya tenemos?. Sólo podremos lograrlo practicando amor. Simplemente dicho, no hay otro remedio. Del amor que estamos hablando aquí, es de hacer algo bueno por otro, dar de sí mismo, sin ningún motivo ni interés. Sólo por que sí. Sólo por amor.

Recordemos que en el hogar, pasión sexual sin amor, acaba con pasión y con el amor, pero actos sistemáticos de amor, día con día, mantendrán vivo no sólo el amor, sino la pasión. ¡No poca ganancia en este valle de lágrimas!.

 

2.-   EN NUESTRA VIDA SOCIAL

 

De nuevo la estrategia es no creernos ni los más, ni demasiado importantes dentro del círculo de nuestras relaciones. Y de nuevo, saber que siempre habrán criticismos y que serán inevitables las irritaciones. Pero hay una táctica especial para las situaciones sociales: Siempre hacer lo mejor, sin esperar alabanzas ni recompensas. Suene lógico o no, recordemos que lo que estamos tratando de hacer es evitar los resentimientos. No podemos esperar mucho de la gente. ¡Así como la gente no puede esperar mucho de nosotros!.

En muchas ocasiones la única recompensa será la de una conciencia tranquila y de la Paz con Dios. Aunque es innegable que a los humanos nos gusta, como mínimo, un poco de halago de vez en cuando.

Había un individuo que alardeaba de haber llegado a la práctica verdadera de jamás llegar a buscar un halago. Que a él le resbalaban los halagos como a los patos el agua. Un día alguien que lo conocía, se acercó a darle un cumplido de aliento después de una buena acción, y el le respondió: “Todos esos halagos se me resbalan como el agua al pato”. A lo que su amigo replicó: “Si, es cierto, pero que gusto le da los patos, ¿verdad?”.

Practicar el no buscar halagos, es posible. Pensar en que no nos gusten, es imposible. Somos humanos. Y ¿no es cierto que muchos disgustos comienzan por estos pequeños sentimientos de no haber recibido las gracias o no haber sido halagados por un pequeño detalle?. Cuántas veces decimos: “Y pensar que ni siquiera me lo agradecieron…”

Si por cualquier razón ya traemos resentimientos en contra de alguno de nuestros compañeros, sólo hay un medio de liberarse: Hay que hacer algo que sea bueno por ellos; hay que poner en práctica acciones de amor y tolerancia.

 

3.-   EN NUESTROS ASUNTOS DE NEGOCIOS

 

Ningún hombre de negocios ha podido hacer algo mientras los resentimientos le nublen la mente y en la vida de negocios estamos muy expuestos a los resentimientos, especialmente si tenemos la idea de ser los mandamases del negocio o del trabajo. Cuánto más inflados estemos de la mente, con mayor facilidad seremos el blanco de los que tienen contacto con nosotros. Debemos simplemente, también aquí, adoptar una actitud de humildad que nos dice que trabajemos con los demás, para los demás, sin demandarnos siempre sobrepasar a los otros o enfatizar que somos los jefes o los mejores, o que somos ejemplos vivientes, o que somos los que toman las decisiones. Este tipo de personas difícilmente va adelante en el mundo de los negocios, y si es alcohólico, no se irá adelante tampoco en el mundo de la sobriedad. El jefe que hace que todo el mundo sienta que él es el jefe, es un buen blanco para la crítica.

¿Y el hombre de negocios de éxito?. Este tiene un conocimiento honesto de sus limitaciones, tiene una actitud de humildad, usa sus conocimientos, pero sin actitudes demostrativas. De este tipo de personas conocemos sus triunfos y capacidades por los demás, no por boca propia, y cuando necesita la experiencia de alguien mejor que él, la solicita. Las palabras o la crítica no pueden desequilibrarlo; rara vez se irrita.

¿Y el fracasado?. A pesar de los logros que tenga, se le oirá quejumbrosamente mencionar, día a día, que debería estar mejor. ¿Irritaciones? ¿resentimientos?. Contradígalo y oirá la explosión.

 

4.-   EN NUESTROS ASUNTOS ECONÓMICOS

 

¡Los resentimientos son costosos!. ¿Recuerdan cuánto gastábamos sólo por el hecho en sí de gastar…?. “Yo les probaré, me desquitaré, me vengaré. Gastaré todo lo que tengo…!. Tan sólo hagamos cuentas del último despilfarro.

Lo que tenemos, material o espiritual, lo debemos a que Dios nos lo ha dado. Esta es honradez; esta es una actitud de humildad. ¿Dicen que se lo ganaron trabajando?. Bueno, entonces, ¡Quién les dio la habilidad, la oportunidad, la salud, etc., para lograrlo?. ¿Quién eh?.

Estas posturas nos evitará hundirnos en profundas depresiones, cuando perdamos dinero o algo material. ¡Que fue lo que dijo Job? “Dios me lo dio, Dios me lo ha quitado”. ¡Con razón fue tan paciente!. ¿Debemos enojarnos por lo que Él disponga?.

Después viene el amor que nos dice: “Hay que compartir lo que se tenga, con quien no lo tenga. Por eso nos lo ha dado Dios, especialmente para dárselo a aquellos con los que estamos resentidos”. ¡Probémoslo, funciona!.

 

5.-   EN NUESTRA VIDA ESPIRITUAL

 

¡Resentimientos, oh, resentimientos, cómo los deploramos!. ¡Si no fuese por ellos, seríamos tan felices y espirituales en esta vida!.

Como poesía horrible: pero es una de las grandes verdades de la vida espiritual, ya que estamos convencidos que la casi totalidad de los desvíos espirituales y fracasos comienzan con el resentimiento, y mientras más hablamos con las personas de sus pecados y problemas espirituales, más y más vemos el resentimiento. Y sin embargo no recordamos haber oído algún sermón, plática, conferencia o retiro sobre los resentimientos. Es decir, hasta que llegamos a AA y conforme pasan los años, vamos viendo más y más que los resentimientos son causa y ocasión de casi todas las desintegraciones espirituales.

 

 Veamos algunos casos de deterioro espiritual:

 

a) Beber y borracheras; alcoholismo frecuentemente generado desde el fondo del descontento, del resentimiento

 

b)  Amoríos, divorcios etc., generalmente iniciados por resentimientos. La mayoría de los que comienzan con algún amorío, lo hacen, en primer lugar, debido a que están

descontentos y resentidos con su pareja. No se debe generalmente a que “se enamoraron de alguien más guapo”. La realidad es que, primero se alejaron o se resintieron con su pareja, y después, cualquiera puede atraerlos. El resentimiento desbarató el amor.

 

c)  Pereza. Aunque inconscientemente, es el resentimiento el que origina que se trabaje a disgusto o como sea, o nada más por ganarse la vida. Es el origen de los flojos, de toda negligencia en el deber y de los simples vagos.

 

d)  Glotonería en el comer: La psiquiatría nos dice ahora, y es evidente para quienes han tratado esos casos, que hay muchos que comen en exceso sólo por despecho, o debido al aburrimiento, al descontento y al resentimiento.

 

e)  Celos: Esta pasión se alimenta del resentimiento. No hablamos de los “celos normales”, sino del “tipo extremo” a los cuales los escritores espirituales nombrarían “celos pecaminosos” y los psiquiatras denominarían “anormales”, llevan a la venganza, etc., etc.

 

f)    Omisión en la oración: Cuántos que tenían tan buenos principios en la vida espiritual han desistido de la oración y desde luego de su vida espiritual, debido a los resentimientos…”Dios no escucha mis oraciones”. “Para otras personas las aves cantan…”

 

 

g)    Abandonar la Iglesia: Muchos de esos casos ocurren “debido a que el sacerdote dijo o hizo esto o aquello” o “a lo que otros miembros de la congregación dijeron o hicieron…” ¡Resentimientos!.

 

h)    Dejar de creer en Dios: Debido a los resentimientos patológicos hacia la vida, hacia los hombres o hacia Dios mismo… 

 

Todo lo anterior muestra un panorama completo y le da una profundidad y nuevo significado a lo que hace muchos siglos dijo Platón: “A quien los dioses quieren destruir, primero los hacen enojar.”

Pero ¿saben algo?. Esto deberíamos haberlo sabido desde hace mucho, mucho tiempo, porque fue hace mucho, mucho tiempo, cuando se nos dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…este es el principal mandamiento”. Entonces, ¿por qué no deberíamos habernos dado cuenta de que lo contrario de amor, que es el odio y empieza con los resentimientos, es el enemigo más peligroso de toda la vida espiritual?.

 

6.-   EN NUESTRA VIDA EMOCIONAL

 

¡No podemos tolerar los resentimientos! ¿Cuántos trastornos y desequilibrios de las emociones empiezan con los resentimientos!. Nerviosismo, depresión, tensión, temor, fobias de todos los tipos: todo empieza cuando nuestras emociones se alejan de las realidades de la vida y, debido a los resentimientos, buscan salidas anormales. Y ¿cuál es la salida para el alcohólico? ¡la botella!. Por eso nos conviene “dejar que otro se enoje”, “esperar la crítica”, etc. Y todos esos “trucos” nos servirán para ayudarnos a lograr un equilibrio de las emociones, si los usamos y practicamos…día con día.

¿Y el amor?. Cuando es verdadero, es el gran equilibrador de la vida y las emociones. Ese amor que turba las emociones no es amor sino capricho o lujuria. Los actos de amor liberarán a nuestras emociones de las tendencias al resentimiento.

 

7.-   EN NUESTRA VIDA FÍSICA

 

Las úlceras, el cansancio, las alergias, los dolores y los padecimientos físicos de todo tipo, vienen del resentimiento, ya sea consciente o inconsciente. Con el advenimiento de la medicina sicosomática se ha sabido que más de un 50% de todos los padecimientos físicos aparentes provienen de actitudes mentales, conscientes o inconscientes; en su mayoría, del resentimiento.

Muchos de tales padecimientos se han encontrado que provienen del descontento: descontento de nuestro papel en la vida, descontento de nuestra profesión, posición social o nacionalidad, ¡descontento hasta de ser “hombre” o de ser “mujer”!. Más y más gente no adaptada al matrimonio está descubriendo que la causa es el resentimiento contra el hecho de tener que vivir el papel de “hombre” o de “mujer” que Dios le ha dado.

Mucha gente de hecho se ha curado hasta de dolores físicos eliminando la causa, por medio de un cambio de trabajo, por ejemplo; ya que en esa forma, elimina al jefe o al compañero que en realidad era el causante del dolor.

También muchos –lo atestiguan los médicos- han tenido ataques cardíacos como resultado de los resentimientos. Dice un estudio médico de años pasados en la ciudad de Filadelfia:

 

“¿Desea evitar un ataque cardíaco…? Evite los resentimientos”.

 

Dicho estudio médico realizado en el Hospital General de Filadelfia, habla de observaciones minuciosas de 438 pacientes cardíacos, por un periodo de 3 años, de los cuales casi la mitad, tenían un factor psicológico presente: el resentimiento, que al no haber sido expresado o eliminado, penetra en el sistema cardiovascular, donde estrecha los vasos sanguíneos. El daño prolongado al tejido cardiovascular da por resultado una hipertensión permanente, lo que conduce a un ataque cardíaco”.

Bueno esto hasta puede ser un consuelo para nosotros en AA. Tal vez en muchas ocasiones esas borracheras evitaron un ataque cardíaco, aunque nunca pudieron evitar los “los ataques de botella”.

Hablemos ahora del amor. ¡Se ha comprobado que las familias que tratan unos a otros amorosamente, son las más saludables!. Y ¿quién tiene mejor salud que una persona enamorada?.

 

8.-   EN NUESTRA VIDA DEL PENSAMIENTO

 

La aberraciones y las enfermedades mentales, los olvidos, etc., etc., provienen de los resentimientos, que ocasionan una huida de la realidad. ¿Cuál es la solución?. Rehúsese completamente a retener esa clase de pensamientos. Y respecto a ese asunto del amor: nos conviene adoptar una actitud en la que no haya cabida para pensamientos negativos ni resentimientos. Es sencillo, ¿no es verdad?.

 

9.-   EN NUESTRA VIDA EN AA

 

Las desavenencias en los grupos, las recaídas, los chismes, las calumnias, las separaciones, y todo lo demás, proviene de los resentimientos. Para el alcohólico, el resentimiento reprimido significa beber. No hay otra alternativa.

Pero ¿Qué hay de aquellos en los grupos que parecen ser capaces de vivir envenenados de resentimientos?, ¿esos que constantemente están enojados en contra de algo o alguien?. Bueno, ellos tal vez sean borrachos, pero no alcohólicos, no tienen el factor compulsivo de beber. Pueden permanecer resentidos día con día y mantenerse sobrios. ¡Que Dios los bendiga!.

El los puso allí para que los demás, que no podemos tolerar el resentimiento, tengamos la oportunidad de practicar la paciencia, la amabilidad y la tolerancia y para practicar., truco tras truco, hasta haber adquirido el hábito de la paciencia, de la tolerancia y del amor.  …hay que recordar que cada grupo tiene sus maestros de tolerancia, aquel que está contra todo y contra todos…

El alcohólico no puede tolerar el resentimiento. Por eso es que gran parte del Programa está encauzado hacia el logro de esas actitudes que nos protegen de él, como la actitud de la humildad: no hay señorones en AA, ni antigüedad, ni graduación. El anonimato tiene por objeto conservarnos dentro de la humildad. Y las actitudes de amor: este es un Programa encausado a dar, y “no es necesario que te caiga bien el menso ese”, pero puedes quererlo.

¡OH, LOS RESENTIMIENTOS!

 

SE NECESITA SER UN VERDADERO HOMBRE/MUJER PARA PODER AMAR;

CUALQUIER BADULAQUE PUEDE ODIAR!

 


 
   
 
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